La Leyenda del Montíboli

Cuenta la leyenda que allá por el siglo X, durante la ocupación árabe del levante español, vivía en las costas alicantinas cerca de donde ahora se alza la ciudad de Villajoyosa (La ciudad alegre), un rico y joven comerciante árabe llamado Mohamed Al Bali. Durante los años en que su familia permaneció en estas tierras, se enamoró perdidamente de la hija de un pescador cristiano que descargaba sus redes en las playas cercanas a lo que posteriormente sería La Vila Joiosa.

El rechazo frontal de ambas familias a una unión que, por una parte era una deshonra para Al Bali y un sacrilegio para la familia de la joven, les obligó a verse a escondidas y siempre alejados de cualquier sitio habitado.

Ante la imposibilidad de que su amor fuese aceptado y debido a la enorme presión que ejercían las familias, la pareja tomó una decisión desesperada. Subirían hasta una de las colinas que bordeaban la escarpada costa.

Allí había un hermoso acantilado desde el que se divisaba la inmensidad del mar y la paz lo envolvía todo. Ese paraje había sido siempre el mudo testigo de su imposible amor. Desde lo alto de aquel acantilado, su cómplice refugio, prometiéndose amor eterno, se lanzaron al vacío desapareciendo para siempre.

Desde aquel día, los habitantes árabes de las zonas limítrofes a La Vila Joiosa, en su recuerdo, llamaron a aquel acantilado Monte Al Bali que con el tiempo se convirtió en Monti-boli y desde entonces existe la creencia, como reza el monumento a la entrada del Hotel Montíboli, que "Desde este lugar, las almas de los elegidos, emprenden el último viaje al paraíso".